Después del paso de Beryl, denominado el primer ciclón de la temporada de huracanes en el Atlántico, el cual ha ocasionado grandes daños en su ruta, los científicos lo perciben como una anticipación de lo que seria la peor temporada de huracanes en décadas.
Desde junio pasado, la Organización Meteorológica Mundial (OMM), anunció que se espera una temporada de huracanes superior a lo habitual que se extenderá hasta el 30 de noviembre, a lo que la Administración Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA) añadió que hay un 85% de probabilidades de que la temporada sea más intensa de lo normal, con hasta 13 huracanes, entre 17 y 25 tormentas con nombre y la posibilidad de que se dupliquen los ciclones que tocarán tierra los próximos días.
El profesor del Departamento de Tierra y Medioambiente de la Universidad Internacional de Florida (FIU), Hugh Willoughby, ha expresado su preocupación frente a estos pronósticos, señalando que “es muy probable que tengamos en la costa estadounidense uno o dos aterrizajes de fenómenos realmente dañinos”, que representarían pérdidas materiales millonarias.
Los especialistas afirman que, además del cambio climático ocasionado por el hombre, las altas temperaturas del océano en combinación con otros factores climáticos, favorecen la formación de huracanes más agresivos que en otros años y pueden resultar catastróficos para la población expuesta en países del Caribe, Centroamérica y Norteamérica, por lo cual, las autoridades han señalado la importancia de estar preparados y preparar un plan frente a estos fenómenos emergentes.
Redacción : Carolina Chaves Forero
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