En un giro inesperado en la política exterior, el presidente Trump anunció durante un encuentro en la Casa Blanca con el primer ministro Israelí Benjamín Netanyahu una medida que promete cambiar el panorama en Oriente Medio. Según sus declaraciones, Estados Unidos asumiría el control de la Franja de Gaza, zona devastada por la guerra, una vez que se complete la reubicación de los palestinos en otros territorios.
Para el gobierno Estadounidense, esta medida responde a la necesidad de restablecer el orden y garantizar la seguridad en una zona marcada por años de conflicto. Sin embargo, la iniciativa ha sido recibida con escepticismo y rechazo por parte de sectores palestinos y de ciertos países árabes, que consideran la reubicación forzada como una vulneración a derechos fundamentales y un obstáculo para la consolidación de un estado palestino independiente.